A TODOS LOS MIEMBROS DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL
Queridos todos,
«Ahí tienes a tu madre». Estas palabras que Jesús dirige al discípulo amado desde la cruz las podemos acoger como el último mandamiento del Maestro antes de entregar su vida al Padre. Jesús nos pide, como discípulos amados que somos, que cuidemos de su madre. ¡María es nuestra madre!
Al terminar nuestro curso pastoral es bueno recordar cuántas veces hemos necesitado del abrazo materno y cómo ella siempre ha estado ahí, mirándonos en silencio, acompañándonos y socorriéndonos de todo peligro. ¡Quién podría imaginar que una mujer del siglo I se convertiría en Perpetuo Socorro para la humanidad! María, mujer fuerte, entregada y confiada a la voluntad de Dios socorre a todo hombre y mujer que corre a protegerse en su regazo. Sí, para experimentar la ayuda y el socorro continuo de María sólo hay que comprenderse como hijos y tomarse de su mano. Ella, como buena madre, no abandona a ninguno de sus hijos. Todos, sin excepción, tienen espacio en su corazón.
Los cristianos tenemos una tarea preciosa que nos humaniza y nos ayuda en el trabajo urgente de humanizar las instituciones, también la Iglesia. Necesitamos espacios llenos de calidad humana, comunidades cristianas y parroquiales llenas de abrazos y de ayuda mutua a imitación de María del Perpetuo Socorro. ¡Sueño con una parroquia que sea un icono vivo del Perpetuo Socorro! Todos nosotros podemos ofrecer nuestra mano izquierda como María en el Icono a quien vive momentos de dificultad, enfermedad, dolor, miedo, rechazo, abandono o desprecio. ¡Que todos se sientan seguros agarrados a la mano de nuestra comunidad! Y también, siguiendo su ejemplo, podemos ofrecer nuestra mano derecha como guía hacia quien sabemos que verdaderamente nos salva, Jesucristo. Una mano protege, la otra guía. Sería muy bonito que nuestra comunidad parroquial creciese en estas dos dimensiones: proteger y guiar. ¡Socorrer y acompañar!
Todavía nos esperan unas semanas de verano apasionantes llenas de encuentros en los que podemos iniciar nuestras prácticas como iconos vivientes. Ojalá lo vivido durante el mes de julio y reposado en el merecido descanso de agosto nos traiga de vuelta en septiembre con la misma alegría misionera con la que hemos celebrado hace unos días la primera Jarana parroquial. Aprovecho para agradecer a todos los dones que habéis puesto al servicio de la comunidad. ¡Gracias por todo lo vivido este curso y muy feliz descanso a todos!
Santa María del Perpetuo Socorro, ruega por nosotros.
Mi cariño y mi oración.
Damián Mª Montes, CSsR- Párroco