Durante las últimas semanas, la Parroquia de San Gerardo ha vivido días de gracia, alegría y felicidad compartida con los niños y niñas que han participado por primera vez en el sacramento de la Eucaristía, y los jóvenes y adultos que han dado el paso del sacramento de la Confirmación.

Los días 28 de mayo y 4 de junio, por la mañana y por la tarde, varios grupos de niños y niñas han tenido por primera vez el encuentro con Jesús hecho carne en el pan y compartido por todos en su mesa, en celebraciones alegres, vividas, en las que las familias han acompañado a sus hijos e hijas con emoción, sus compañeros han contribuido cantando y danzando para llevar las ofrendas al altar, sus catequistas les han acompañado pendientes de cada detalle y miembros de otros grupos de la comunidad han apoyado con la música, cantos y presencia.

De la misma forma, el viernes 3 de junio un grupo de jóvenes y adultos recibió el sacramento de la Confirmación, recibiendo al Espíritu Santo y dando un paso de madurez en su formación cristiana, en una celebración verdaderamente viva, acompañados no solo por jóvenes de su edad, sino por toda la comunidad parroquial, sus familias y los catequistas que les han guiado durante estos años de preparación.

En estos tiempos, que haya personas que se sientan llamadas a seguir a Dios es un motivo para celebrar, Por eso, te damos gracias, Señor, por tu amor infinito y tu llamada a las nuevas generaciones del mundo. Gracias a todo ello, niños y jóvenes han dicho en estas semanas “Aquí estoy, Señor” en los sacramentos de la Eucaristía y la Confirmación, para propagar tu palabra y compartir tu espíritu redentor allí donde le lleven sus pasos. Ojalá sus manos construyan tu proyecto y su voz hable por Ti.

Te damos gracias, Señor, por la parroquia de San Gerardo, que estos niños y jóvenes sienten como su casa. En estos muros han aprendido, llorado, reído y compartido la vida. Gracias a la comunidad redentorista que da luz a este barrio de Aluche, a los coros y los grupos que han colaborado en estos periodos de formación, que fructifican en estos nuevos pasos en la Fe.

Te damos gracias, Señor, en definitiva, por su “Sí” entregado y sincero, para que retumbe por siempre en su interior y recuerden estos días como aquellos que les llevaron a seguirte y a dejarse amar por Ti.

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